Ya de regreso en Francia, y nuevamente a disposición del Clermont, el entrerriano fue consultado por su marca histórica. Fiel a su estilo, evitó los flashes y respondió con contundencia: “No, no, es mi trabajo, y no tengo nada más que decir sobre eso”.
Con apenas 26 años, Kremer sigue dejando huella en cada competencia en la que participa. En silencio, con entrega total y sin buscar protagonismo, reafirma partido a partido por qué es uno de los jugadores más respetados del rugby argentino.