Marcelo Temperini, doctor en Derecho Informático y Cibercrimen, advierte que “cada vez será más complicado distinguir lo falso de lo real”.
El fenómeno de los deepfakes está transformando el panorama político, social y mediático, afectando la confianza pública y la salud de la democracia.
La inteligencia artificial ha creado un entorno donde la línea entre realidad y ficción se difumina. Los deepfakes no solo facilitan el engaño, sino que también socavan la credibilidad de los medios de comunicación, debilitando las barreras que protegen la información veraz. La manipulación emocional juega un papel crucial: las personas tienden a creer lo que confirma sus sesgos, independientemente de su veracidad.
En el ámbito institucional, esto puede llevar a una degradación sin precedentes de la democracia, afectando el derecho de los ciudadanos a estar informados de manera fidedigna. En Argentina, la falta de legislación que penalice los deepfakes deja un vacío que permite su uso para manipular y “ensuciar la cancha” sin consecuencias legales.
El desafío es urgente: se requiere establecer reglas claras y fomentar una ciudadanía crítica que pueda detectar y combatir esta nueva forma de desinformación.
En un programa de TV, Temperini destacó que “la capacidad tecnológica avanza más rápido que la capacidad de adaptación de las personas y el derecho”. Esta situación es alarmante, especialmente cuando la inteligencia artificial impacta en aspectos fundamentales como la credibilidad pública.
El especialista mencionó un caso en Argentina donde la Cámara Nacional Electoral procesó a una mujer por publicar deepfakes en redes sociales, evidenciando la necesidad de leyes que protejan la integridad del voto.
Temperini también subrayó que “no se necesita mucho conocimiento para crear deepfakes”, y enfatizó que la tecnología en sí misma no es intrínsecamente buena o mala; depende del uso que le den las personas.
La alfabetización digital es crucial para combatir esta problemática, ayudando a la población a discernir entre información veraz y engañosa. “La pandemia ha impulsado a muchos a familiarizarse con el comercio electrónico, pero también necesitamos educar en el uso crítico de la información”, agregó.
Finalmente, destacó que la protección de la privacidad y la responsabilidad de los intermediarios son aspectos clave en la lucha contra los deepfakes, y que la intervención estatal es esencial para salvaguardar los derechos de los ciudadanos en esta era digital.