Cuando todo indicaba que el mundo podía superar
todas las epidemias a través de la ciencia, una bofetada nos hizo repensar todo
nuevamente, a raíz de esta Pandemia Global del Covid 19.
Indagando por los libros pude encontrar que durante el Siglo XIX y XX nuestra
ciudad, y también nuestra Provincia, tuvieron epidemias terribles que
asolaron nuestros barrios.
A la luz de los acontecimientos vividos en estas semanas vale la pena
recordarlas.
Pérez Colman nos comenta que en el siglo XIX en la provincia de Entre Ríos,
eran muy común lo que llamaban la enfermedad de la Tisis, o también la de los
Lazarinos, por lo que las autoridades de aquella época mandaban a quemar los
muebles, ropas y otras cosas, en caso de la muerte de las víctimas,
como medida de esterilización.
En 1836 y 1837, hacían estragos en la población, el Cáncer de Estómago, también
la Pulmonía, pero la más terrible fue la del Cólera, en épocas del
Coronel Antonio Navarro.
Fue durante dicha epidemia aquí en Concordia, que se incendiaban los
ranchos de los enfermos con sus cuerpos y pertenencias adentro, habida cuenta
que no se tenía opción ni servicio fúnebre, y cuando una familia entera
moría, no había quien pudiera enterrar los cadáveres. Sí, eso ocurrió
aquí en Concordia.
También es de mencionar que pocos años después, hacia el año 1843, brotó en
Concordia lo que llamaban como la Peste de la Viruela, la cual tuvo un
rebrote en 1848. Se puede constatar en los libros parroquiales, la enorme
cantidad de actas donde se anotaban al margen los motivos de la defunción.
En varias oportunidades Concordia debió improvisar cementerios y fosas comunes
y a penas de inaugurarse el Cementerio Viejo (por salubridad más retirado del
centro de la ciudad) el Sarampión causo una treintena de muertos hacia 1852.
En las primeras décadas de la ciudad, no había hospitales y solo se contaba con
un médico que atendía toda la comarca. El primer médico que tuvo Concordia fue
el Dr. Guillermo Wilson. El segundo médico del cual se tiene constancia fue el
Dr. Arenilla en el año 1844, y el tercer médico local fue el Dr. Don Antonio
del Rivero, en el año 1850.
Nuevamente en 1895 azotó a nuestra ciudad, una epidemia de Cólera, por causa de
los desechos producidos por los saladeros que enviaban sus desperdicios al río
Uruguay. Esto generó focos de putrefacción donde floreció el rebrote causando
muchísimas víctimas, entre ellas el Dr. Julián García, el cual se dedicaba a
ayudar a los vecinos.
Entonces las condiciones de salubridad eran escasas, ya que no existía en la
ciudad ni agua corriente, ni cloacas, lo que la enfermedad también se extendía
por la contaminación de los pozos y las napas freáticas. También, en esta
época se da el incidente de la contaminación de latas de conserva de carne en
mal estado del saladero San Carlos de Robert Coulon & Cía. Lo
que provocó la muerte de vecinos, luego su cierre inmediato y un escándalo que
quedó bien registrado en la memoria y los diarios de la ciudad.
Se tiene constancia que 1923, aparece un brote de Lepra en paralelo con
la Gripe Española en Entre Ríos aunque la gente se moría más en Concordia por
Tuberculosis. Por tal motivo surge el Hospital Koch, (Actual Hospital
Carrillo) y luego por donación de la Sra. Dominga Isthilart, el
leprosario, (Actual Hogar de Ancianos). Es de entender que muchas de estas enfermedades
surgían en simultáneo con otras, y al no haber ni antibióticos ni
penicilina, causaban estragos en la población.
A principio de los años 30 también hubieron varias epidemias en Concordia, 33
casos de aquella enfermedad que dejaba paralíticos de por vida a los niños, la
Poliomielitis, la cual muchos se han de acordar tuvo un rebrote en los años 50.
También en los años 30 tuvimos brotes de Difteria y de Tifus. Y abundaba
también el contagio de enfermedades venéreas.
Vuelvo al Siglo XXI y pienso que sin duda quedara registro de esta epidemia
global la cual será por muchos años materia de estudio, y tal como al averiguar
de estas enfermedades descubrí que entonces también hubo cuarentenas,
encierros, bloqueos y aislamiento de las ciudades. Y en referencia de lo que
está ocurriendo en otros países también tuvimos cremaciones y tristísimas
tumbas improvisadas para solucionar la urgencia de los entierros de cuerpos.
Escribo esta nota atónito en la perplejidad de una madrugada del mes de abril
del 2020, en una situación la cual nunca jamás en mi vida había pensado en
vivir, y en el silencio y pesar de una ciudad en cuarentena que nos
consterna a todos…
Sin duda que después que pase todo esto, nos debemos un debate y repensar
otro país y otra sociedad más solidaria, donde la medicina no sea
solo para los que tienen dinero y la Salud Pública sea realmente un
Derecho Humano Básico; Social; Insustituible; y de calidad.