Afecta más a las cadenas mayoristas, los supermercados y las estaciones de servicio, entre otros. Esta decisión fue tomada tanto por los bancos nacionales como los extranjeros, mientras los públicos aún lo están analizando y no decidieron todavía cuáles serán los pasos a seguir.
La razón de esa decisión es que el Central ya no tiene capacidad de absorber el efectivo que le envían los bancos, con lo cual las entidades tienen inmovilizadas cantidades cada vez más altas a un costo que no tienen a quien trasladar.
En principio, una de las ideas que le propusieron los bancos al gobierno era reducir el impuesto al cheque y cobrar un impuesto del dos por ciento a depósitos en efectivo tanto a personas físicas (individuos) como jurídicas (empresas), que fuera recaudación para el Estado, pero desde el oficialismo no quieren perder recaudación y temieron ese impacto, por lo que lo pospusieron para más adelante, junto a algún otro paquete de medidas que se lance a lo largo del 2017.
¿A quiénes afecta esta medida? A los mayores depositantes de efectivo, que son los mayoristas, supermercados, estaciones de servicio de combustible, negocios de electrodomésticos, farmacias, recaudadores de servicios públicos y distribuidores de leche, lácteos, gaseosas y bebidas. También a todas las pequeñas y medianas empresas. La incógnita es si no trasladarán al consumidor este 1% de aumento que les impacta en forma directa.
En rigor de verdad, hay varios que ya estaban pagando entre 0,25 por ciento y 0,35 por ciento por los depósitos en efectivo, por lo que el aumento real, entonces, será de entre 0,65 y 0,75 por ciento más. Para cubrirse las espaldas, en la industria suelen trasladar este incremento a las góndolas o los mostradores, especial en los negocios donde trabajan con márgenes de rentabilidad que son muy pequeños.